jueves, 3 de marzo de 2011

Escrituras del yo en la Web 2.0. Facebook: la vida sin fin o la negación de la muerte.


La red social con más de 500 millones de usuarios ha instalado prácticas que están modificando nuestro modo de relacionarnos socialmente, el modo de tratar lo privado y lo público, nuestra idea del yo, e incluso –tema de este escrito- la forma de vincularnos con la muerte. Inaugura así  una metafísica donde lo otrora considerado real se debate en la interacción entre lo virtual y lo no virtual.


Desde la invención de Facebook en el año 2004 ha quedado muy claro que el modo de establecer lazos sociales está sufriendo un giro digital. Por supuesto que el invento de Mark Zuckerberg no ha sido el primero en jugar el juego de la amistad virtual. Ahora parecen experiencias más moderadas, cuando no superadas, pero sitios como My Space y Fotolog, por nombrar los más famosos en Latinoamérica, le han precedido. Sin embargo, la interacción virtual inmediata y colectiva entre redes de amigoses una práctica que se vuelve hábito y toma proporciones considerables con la aparición de Facebook.

Este magma virtual interactivo y demandante en el que nos relacionamos hoy, ¿cómo asimila la  muerte del usuario? ¿Nos está proponiendo Facebook otro modo de relacionarnos con la muerte? ¿O nos da herramientas para negarla?

Cuando el amigo - Facebook muere

Los sitios de redes sociales en Internet nos permiten ver en exposición las palabras de las personas amigas, sus pensamientos verbalizados, pero también sus enlaces, fotos y comentarios. Lo que le gusta, los eventos a los que asistirá, los grupos de interés a los que se ha unido, entre otras cosas. Como espectadores interactivos y hasta co-creadores del perfil de nuestro amigo de Facebook, podemos – siempre que no nos haya bloqueado- añadir nuestros  propios comentarios, etiquetarlo en fotos y videos, escribir en su muro y sobre todo: tener todo esto a disposición aún cuando nuestro amigo no esté conectado al sitio.
Ahora bien, supongamos que el usuario de Facebook ha dejado de existir. ¿Qué sucede entonces con su vida virtual ?
 Pueden pasar al menos dos cosas: 1- Que los familiares notifiquen a Facebook del fallecimiento. 2- O que nadie lo haga. Y si ocurre esto último, ya veremos qué pasa...



Cementerio digital

Facebook dispone de una estrategia para mantener en el sistema a los usuarios fallecidos. Se trata de la creación de una página conmemorativa, que tiene una serie de aplicaciones limitadas para preservar la memoria del difunto. Esto se hace efectivo en los casos en que los parientes o allegados del usuario muerto informen y den pruebas de que ha ocurrido el deceso.

Cuando se notifica que un usuario ha muerto, Facebook da opciones: o bien borrar el perfil, o bien mantenerlo como un memorial. En este segundo caso se bloquean secciones y se limita el uso de la cuenta (no se pueden añadir nuevos amigos, por ejemplo). También se deja sin efecto la instrucción de listar el nombre en las búsquedas o emplearlo para ofertar servicios de interacción social.
Se trata de un perfil de actividad póstuma. En él los allegados podrán escribir en el muro, subir fotos, videos, citar al difunto y comentar. El acceso a estos sitos es privado, limitado para allegados.


 Los muertos “vivos”

El caso digno de atención ocurre cuando nadie denuncia al usuario fallecido. Es aquí donde la cuenta creada en Facebook es capaz de sobrevivir a su creador y prolongarse en interacciones diferentes, indefinidamente. Una suerte de inmortalidad new age. Y si hablamos de inmortalidad, me acuerdo de Borges, Jorge Luis; y del haiku nº 10 que aparece en La Cifra.

Hoy, quiero decir algo parecido:  El hombre ha muerto, Facebook no lo sabe, sobrevive el usuario.


Así caemos en la cuenta de que nuestras palabras quedan colgadas en el cielo estrellado de la Web con la amenaza de permanecer aún cuando nosotros pasemos a mejor vida.
A menos que se informe sobre el deceso, para el sistemacada uno de nosotros es un usuario vivo, un potencial consumidor, una pagina activa, un dato para los diferentes buscadores sociales, publicitarios, laborales.
Pero ¿no es acaso esta exposición continuada el modus operandi de lo que llamamos cultura? A saber: así como las obras de innumerables hombres a lo largo de la historia han quedado circulando a pesar - o como consecuencia - de la muerte de su creador, en Facebook el usuario muere y deja publicado su perfil, una construcción textual y visual/digital al alcance de sus amigos de Facebook. En ese caso, en Facebook se practicaría sólo una exacerbación de la posibilidad de trascendencia que trae aparejado el hecho cultural de publicar. Lo que le acontece al creador de una cuenta de usuario cuando muere es que ya no puede desdoblarse en virtual / no virtual, sino que ha quedado confinado a la virtualidad por tiempo indefinido. Esto también pasa cuando se muere un autor, ha pasado siempre. Cosas parecidas ocurren con el libro, los artículos publicados, las películas o videos en los que aparecemos, las fotos.
 Lo novedoso de la trascendencia más allá de la vida, que nos proporciona esta red social  es que la interacción con el usuario o su transfiguración en bytes, sigue teniendo lugar, pero toma un carácter diferente: se trata de la interacción de elementos del propio sistema Facebook entre sí, en el marco del perfil de un usuario cuyo sujeto emisor ya no existe en su modo umplugged. El sistema se comporta como una hipersubjetividad en movimiento.
 Así las cosas, hoy es posible experimentar una rara interacción con la variable autor-obra. Los amigos del usuario fallecido – amigos que no son más que otros usuarios armando esa babosa subjetivo/amistosa a gran escala - pueden seguir dialogando con aquél e incluso hablando entre ellos dentro del perfil del desaparecido, estableciendo comentarios y publicaciones en muro, etiquetando fotos.  En fin, el espectáculo continúa. ¿Debe continuar?
Nos pongamos orgánicos: En el frasquito ha habido una germinación y poco importa que el poroto primigenio ya no esté a la vista.
 Mensajes como: Hoy hubiéramos festejado tu cumpleaños, hasta pronto.Te queremos; ¿Te acordás los consejos que me dabas?, bueno, los puse en práctica y ahora te agradezconos vemos en el cielo, son comunes en perfiles activos de usuarios muertos.

lunes, 21 de febrero de 2011

"linkear" :el fin del texto o el texto sin fin




Vamos a hablar del acto de linkear.
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En el ecosistema de Internet, el link o hipervínculo es la rajadura que nos permite penetrar las llanuras Web pobladas de flora y fauna digitalmente codificadas y, por esto mismo, susceptibles de estar hipervinculadas.
Toda producción Web puede estar, así, hiper rajada. Como un territorio minado de información. El mundo virtual es un mundo fisurado y metiche. Nos invita a ser voraces, nos pone en bandeja nuestras presas. Bichaje en el que podemos terminar siendo bien devorados por el magma ciber espacial.
Similar a nuestro mundo de sentidos: mundo con agujeros donde podemos entrar, bucear, ahogarnos, atrapar lo que buscamos, ser tragados. Erótico todo y fanático. Esto no es nuevo.
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El hecho de que seamos una singular especie simbólica en la fauna universal, nos ha hecho hábiles en traer al presente, una y otra vez, lo que está ausente. Lo hacemos todo el tiempo con el lenguaje. Traemos el mundo, “lo traemos” virtualmente. Y... sí, aún cuando los símbolos (léase palabras, señales, otros) nos acercan “mundos” posibles, no por el hecho de decir “agua”, beberemos. Alejandra Pizarnik dixit.[1]
El link realiza lo que viene haciendo el lenguaje desde hace siglos: la referencia a otra cosa que no es él mismo.
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Así, el fenómeno del link está subrayando hábitos cognoscitivos, a los que somos propensos en esta época, a saber:
- La percepción de un texto (verbal o visual) totalmente móvil. Desde la perspectiva del lector, el texto como totalidad se vuelve inatrapable, en la medida en que puede ser recorrido de maneras diversas, seleccionando hipervínculos. ¿El texto sin fin anuncia el fin del texto? ¿Y qué es todo esto?
- La percepción de un espacio continuo, hipervinculado, con posibilidades indefinidas de enlace. El continuum se ramifica y modifica de forma inmediata.
- Posibilidad de selección de recorrido lector de un modo accesible, veloz, donde la centralidad de un tema ya no es eje, pues puede acontecer el desvío, el rizoma.
- Establecimiento de relaciones semánticas de acuerdo a la particular interpretación del que opera con links.
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Ahora bien, nos entrenamos una y otra vez en la hipertextualidad, una suerte de “Elige tu propia aventura” aggiornada por la técnica.
Dice Pedro Mairal: “Así como en el cuento de Walsh, Nota al pie, donde la nota al pie se come al cuento y termina siendo el cuento principal, de la misma manera los hipervínculos, con sus desvíos, muchas veces se terminan comiendo al texto.”
Esto debería decirnos algo a la hora de considerar cómo se reestructura nuestra capacidad cognoscitiva y como revierte esta nueva percepción del mundo en la percepción de nuestra subjetividad. Pero ese es tema de otro post.


[1] Pizarnik, Alejandra. En esta noche en este mundo. En libro: «Textos de sombra y últimos poemas» (1971-1972 ) etc etc.

martes, 24 de febrero de 2009

Cualquiera puede escribir. Acerca de la estrategia del blog.









"¿Por qué escribir es importante? Principalmente por vanidad, supongo.



Porque quiero ser esa persona, una escritora,



y no porque haya algo que yo deba decir." (Del Diario de Susan Sontag)






A muchos les ha pasado: la actividad de blogger surge a veces como un ejercicio de descontracturación.
Antes del blog, yo, personalmente, solía imponerles secreto a los textos que escribía, y no me decidía a mostrarlos hasta no tener la “convicción”, (que casi nunca llegaba) de que eran medianamente aceptables. La herramienta del cuaderno virtual me permitió relacionarme de otra manera con la escritura.
El blog llegó a ser ese espacio que permite la inestabilidad. La posibilidad de exponer ideas generadas a veces de modo espontáneo. La tranquilidad de que se puede, si se quiere, quitar de circulación aquel texto que no nos termina de convencer, o efectuarle correcciones y volver a publicarlo. Y ni qué decir de la expansión de la capacidad de difusión. Para no hablar de una especie de "desprendimiento" que tiene el escritor respecto de los textos de su autoría.
La cuestión es que pareciera que el blog está modificando nuestra idea de escritura.
Sí señores, el uso del blog, trae colas. Veamos algunas:
1- Mixtura entre lo oral y lo escrito.
Platón adjudicaba a los textos escritos cierta fijeza, y por ende la incapacidad de responder a los interrogantes del potencial lector. Esto es lo que dice en el Fedro:
“Si un escrito se ve insultado o despreciado injustamente, tiene siempre necesidad del socorro de su padre, porque por sí mismo es incapaz de rechazar los ataques y de defenderse”.
No es casual que este pensador eligiera el diálogo (forma que intenta reproducir la oralidad), para difundir sus ideas.
de modo que, si lo que antes diferenciaba la escritura de la oralidad era entre otras cosas:
­ - carácter fijo vs. fluidez,
-­ permanencia en el tiempo vs. inmediatez,
­- diferentes formas paratexturales: tipografía e ilustraciones vs. gestos y entonación, etc.,
Convengamos en que en los blogs (entre otros exponentes textuales virtuales) estos rasgos se han mezclado, lo que ha dado como resultado un lenguaje escrito menos “encorsetado”, digamos. Esta especial fluidez es pariente de los textos escritos otrora en la intimidad, tales como el diario íntimo y la carta personal. De esta última el blog ha heredado además la capacidad de feed- back inmediato.
2- La posibilidad del comentario.
Si bien existen los blogs “cerrados” para el acceso exclusivo de su autor, el aporte específico del blog a nuestra relación con la escritura es la fácil e inmediata interacción. El comentario que se instala en nuestro post nos aporta puntos de vista, críticas, exclamaciones de adhesión o rechazo, o simplemente invitaciones a los propios blogs o a sitios de quienes eventualmente entraron en el nuestro.
Por supuesto, los comentarios pueden ser “moderados” y hasta “eliminados” por el dueño del blog. Eso atañe a la exposición de los mismos como parte de nuestra “obra”. (Al comentar, el comentarista se vuelve parte de nuestro post, éste lo captura). Pero hay que reconocer que este intercambio inmediato era bastante difícil en la cultura del libro.

3- La relación sensorial con el escrito no es la misma de antes.
Hace unos años, cuando era miembro de la revista El Fabulario, tuve la oportunidad de dialogar con la autora de un proyecto que básicamente contrasta con este fenómeno del blog. El proyecto era Ediciones del Agua, una editorial salteña que pretendía subrayar la corporeidad de la palabra poética desde un tratamiento artístico del papel en el que se imprimía la obra. El papel se transformaba así en materia integrante de la escritura. Con el recurso del papel artesanal generaban páginas únicas e irrepetibles.
Resulta significativo que esta propuesta tan radical surgiera en el 97, pisándole los talones al surgimiento de su antítesis, el blog.
La apuesta por la materialidad de la palabra subrayaba lo que en realidad se estaba perdiendo: una relación sensorial expandida con el libro y con el lenguaje, en una época en la que el libro comenzaba a desmaterializarse para volverse virtual.
Así, esa relación con los libros y cuadernos que implicaba lo táctil, lo visual y por qué no lo olfativo se reduce con los blogs al plano eminentemente visual.
Claro que, explayarse en la materialidad del blog queda para otro post.

4- De lo íntimo a lo éxtimo.
Con el blog, la intimidad puede ser puesta a disposición del público de manera veloz, sin mediaciones de intermediarios (editores, libreros).
Paula Sibilia, en su libro La intimidad como espectáculo, dice del blog:
“La mayoría sigue el modelo confesional del diario íntimo o mejor dicho: diario éxtimo, según un juego de palabras que busca dar cuentas de las paradojas de esta novedad que consiste en exponer nuestra intimidad en las vitrinas globales de la red.” (o. cit. pág. 16)
Por supuesto, habría que ver cuánto de ficción hay en esa exposición de lo íntimo.

5- Revolución en nuestras coordenadas espaciales instituidas para la lectura.
El blog tiene la posibilidad del link. El laberinto que obsesionó a Borges, esa idea de construir un “laberinto de símbolos”, (El jardín de los senderos que se bifurcan es un ejemplo de esto), un relato rizomático con historias paralelas, con finales alternativos y simultáneos, se presenta en la hipertextualidad del blog.
Las posibilidades de exceder la linealidad impuesta por un lenguaje occidental cuyas coordenadas son “de derecha a izquierda” y “de arriba hacia abajo”. Ahora es el “adentro”, “detrás”, “debajo" (en el sentido de oculto). El retroceso, la expansión de lo que está comprimido.
Nuestra capacidad perceptiva se está configurando a esta nueva modalidad de lectura.

6- Las posibilidades de corrección: la no definitividad.
El blog bien puede ser un sitio de experimentación, un laboratorio. Tiene el modo de lo urgente, una especial vivacidad, la necesidad de constante atención y renovación. Estas posibilidades aportan cierta tranquilidad al escritor de blog. Hay una espontaneidad en la expresión de ideas.

7- Cuestiona “el aura” de la “autoría”.
Cuando Walter Benjamin (La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica) hablaba a mediados del siglo XX de la pérdida del aura de las obras de arte, vinculaba el fenómeno con la cultura de masas y el uso de recursos técnicos que permitían la reproducción, entre otras cosas.
En la era de la reproductibilidad técnica, lo que podría haber tenido una presencia irrepetible adquiere una presencia masiva. Esto no es novedad en literatura: se viene dando desde la invención de la imprenta. Pero Benjamin se detiene en un fenómeno que involucra a la producción de escritos: la desaparición gradual de la distinción entre autor y público. Si bien en un principio los lectores excedían significativamente en número a los escritores, desde la expansión de la prensa escrita el número de lectores que se volvieron escritores - si quiera ocasionales - se multiplicó. “El lector está siempre dispuesto a pasar a ser un escritor”, decía Benjamin.
Ahora bien, el blog es un producto de la era de la reproductibilidad técnica.
El blog abre diques de posibilidades para los incipientes escritores, gracias a lo sencillo que es abrirlo y escribir en él. Así el blog colabora con la pérdida del aura de la obra literaria, en especial en lo referido a la autoría. En los siguientes aspectos:
- Cualquiera que tenga el recurso a mano puede ser escritor de blog. Hoy en día, es más fácil escribir en un blog que publicar libros o lograr que la prensa difunda nuestras ideas.
- Dispuesto como está para todo el que quiera acceder, tiene implícita la posibilidad de que su contenido sea copiado, reproducido, apropiado. La autoría se disuelve.
Esto no es solo estéticamente importante, sino que también tiene interés político. Porque estamos ante otro recurso digital que promueve lo que Mercedes Bunz llamaría “la utopía de la copia”. Según esta autora, las utopías, que parecían estar apagándose como programa político, reaparecen hoy en el discurso en torno a lo digital. El recurso de la copia idéntica es un resplandor de la utopía (Libro: La utopía de la copia)
De este modo, la autora ve cómo el recurso de la copia idéntica ataca la lógica dominante de la economía demostrando que las cosas funcionan de otro modo, cuestionando así el orden acostumbrado y supuestamente natural.
El blog también, entonces, puede ser trinchera de ataque del orden establecido en el que se apoya el copyright. Estamos en la era de la fragilidad del derecho de autor.
La pregunta es si esta situación también influye en el tipo de escritura que el autor de blogs presenta para su difusión masiva vía Internet. (¿Se deja para el blog lo que no se incluiría en el libro?)
En general, algunos escritores argentinos se han valido de la posibilidad de difusión que el blog permite para divulgar una serie de escritos, como paso previo a la publicación de un libro.
Esto quiere decir que es posible complementar dimensiones de publicación. ¿Preferible que sobre y no que falte?



Apostillas: (Otros posteos acerca del blog)



­ Mairal: El blog y la ansiedad.


­ Cippolini: Escritores con software inmerso...
­ Cristal: El escritor se explica en un blog: 20 razones

jueves, 12 de febrero de 2009

Facebook y la prestidigitación



Sonrían, están siendo registrados

La otra noche, mientras buscaba frases "inspiradoras", impresas en etiquetas de objetos de mi escritorio y en mis anaqueles, hallé de pronto un librillo del tamaño de un posavasos, editado en 1970 por Editorial Cosmopolita, llamado "Juegos de prestidigitación". Lo abrí al azar y, además de dar con una serie de instrucciones del tipo “cómo hacer desaparecer un cigarrillo”, encontré un pasaje que brinda algunos consejos para ser un buen prestidigitador. Leyéndolo descubrí que tales recomendaciones pueden muy bien ser empleadas por el solícito usuario de facebook. Acto seguido, elaboro este ensayo en el que comparo facebook con un acto de prestidigitación.

Chicos, hagan su gracia

Aquí van los consejos (la enumeración y el ordenamiento son míos):


1- “No se debe olvidar que la prestidigitación exige la presentación de novedades; de lo contrario se corre el riesgo de producir fatiga en el espectador.”


Para quienes toman a sus intervenciones en facebook como un juego de exposición controlada, en el marco de relaciones diagramadas para ese fin, la entrega de novedades bajo la figura de “mi estado”, o “mis fotos”, o “noticias”, entre otras aplicaciones frecuentes, es una práctica recurrente cuando no indispensable para seguir siendo percibido, un modo de darse entidad ante los otros. Nunca tan aplicable como aquí le enunciado idealista de Berkeley “ser es ser percibido”, en el que identifica lo percibido con lo real.


En este menester de darnos entidad nos construimos calculadamente en espectáculo; nuestros “amigos” son los “espectadores” de nuestra “intimidad”. Guy Debord, presente. Paula Sibila, también.


Sí, facebook es el nuevo taller y depósito para la elaboración de nuestra intimidad.
Así, el habitué de facebook bien puede ser comparado con un mago que en su espectáculo debe dispensar novedades, preferentemente en forma amena, para que el juego siga su curso. El “minuto a minuto” es un imperativo. Facebook es la fábrica del minuto a minuto.

2- “Innovar constantemente y actuar con gracia y amenidad es tan importante como el juego mismo”
¿Se han dado cuenta de que casi no hay acciones agresivas, ofensivas en el facebook? ¿Será porque todos eligen su marco de relaciones? Tal vez, pero además hay todo un sistema diseñado para el bienestar. Se puede eliminar a un amigo de una manera tan veloz como pasmosa. Se puede denunciar abuso, pero por sobre todo, se puede definir el alcance de nuestra visibilidad ante los otros. Podemos elegir quiénes de nuestros amigos pueden ver tal o cual foto, o mensaje, o invitación a eventos, y quienes no, por ejemplo.
El consejo para el mago: “personalidad, simpatía amenidad y bien decir son las cualidades preferibles en un prestidigitador”, puede serle útil a un usuario de facebook.
(Esta política de la amistad selectiva siempre me ha dado a pensar que el facebook es como una especie de country: un territorio cercado con vigilancia privada. Es uno de los rasgos que distingue al facebook, del blog, o del my space, entre otros. )


3- “Es necesario convencer al público de que lo que uno dice estar haciendo, lo está efectuando realmente, aunque ello no sea cierto…”
Ni en nuestra vida cotidiana podemos escapar al ilusionismo. A la representación. Ya lo dijo Guy Debord en su libro “La sociedad del espectáculo”. Pero Facebook, en la densidad de su virtualidad, da vía libre a esta posibilidad.

4- “El prestidigitador debe procurar también que el público lo secunde, inconscientemente, en sus propósitos”.


Sin tildar a nuestros amigos de ingenuos, el establecimiento de links, resúmenes de notas, portadas de álbum de fotos, puede ser un recurso importante para provocar que nuestros espectadores sigan recorriendo la vía que les proponemos. Para que sigan jugando nuestro juego.


5- “El escenario ideal es aquel en el que el público solo puede ubicarse de frente, de manera tal que no pueda haber observadores rodeando al ilusionista”


En facebook también está esta especie de relación en dos dimensiones. Nuestros espectadores se ubican en un espacio virtual bi -dimensional. Acceden al terreno que les proponemos, pero no pueden rodearnos.

6- “No debe cometerse el error de dar las espaldas al público”


Facebook es el sitio donde las caras se muestran, de frente. Sin descartar las prácticas alternativas como fotos cortadas, fotos falsas, fotos más o menos abstractas, y hasta dibujos y caricaturas, el cometido de la “foto de perfil” en facebook es la presentación frontal de los rostros. Es, en general, el rostro, el embajador de la corporeidad de nuestros “amigos”. La imagen del cuerpo suele ser recortada a la altura de la cara. Al mejor estilo anuario de secundaria estadounidense (se ha dicho que Facebook se inicia como Fuckbook).


Respecto del rostro, hay palabras de Deleuze que llevan al límite lo que ocurre en facebook.




No he hablado de los trucos, la materia del mago. Pero es que todo lo anteriormente mencionado es “el” truco del prestidigitador-habitante de facebook.


Así, cuanto más potenciamos la capacidad de herramienta de juego y recreación de identidades que nos “permite” facebook, más interesantes se hacen nuestros trucos virtuales.


Al respecto de los trucos, Second Life ha llevado las posibilidades de la recreación de identidades-subjetividades a su más elevada expresión. Léase aquí.




**Los fragmentos y las fotos fueron tomados de : Juegos de Prestidigitación. Serie: El ayudante práctico. Edit. Cosmopolita. Año 1970. Bs.As. Pág. 7 a 26.

martes, 10 de febrero de 2009

Colección, predilección









(fotos de pitufos y estampillas: Damián Miroli)

Una vez, cuando era niña, un amigo me mostró un pequeño cofre en el que guardaba su colección de diminutos chicles frutales, todos irreversiblemente masticados por él. Eran amasijos breves, como de plastilina lustrada, dispuestos en el terciopelo oscuro del recipiente como pequeñas moles de colores cristalizadas. Ni él ni yo necesitamos dar un nombre al asunto. Pero ahora me doy cuenta de que mi amigo abría desde su cofre un pliegue más en mi percepción de las cosas. Nada más y sobre todo nada menos.
Debo confesar que este suceso estuvo muy bien guardado entre mis recuerdos hasta hoy, día en que casi termino este escrito. Éste y otros hallazgos en mi memoria fueron apareciendo desde que me he concentrado en comprender por qué me maravilla tanto la acción de coleccionar. Esa especie de fervor del que hasta ahora no he sido asidua exponente, no tanto como mi sobrino Santiago, que gusta de recolectar dinosaurios de pequeño formato; ni como mi novio Mateo, que atesora catálogos de arte y juguetes; o como Lola, la mamá de Mateo, que apila latas dibujadas y también imanes de heladera; y mi amiga Antonella, con su predilección por los dibujos miniatura de papeles imprevistos.

El hallazgo de este nicho de maravilla apareció casi eventualmente, mientras estaba empeñada en buscar soportes visuales para mis posteos del blog Mona y, sobre todo, luego de ver una instalación sonora, minuciosa y múltiple de Leopoldo Stol y Juan Diosque llamada “Recuerdos del futuro”. En ella los artistas ofrecían a los espectadores un muestrario de objetos personales, a veces fragmentos, pequeñitos componentes de algo muy querido como una caja de marcadores de colores, stikers, posters, envases, juguetes, herramientas, un sinnúmero de seres íntimos.
Comencé a gustar más que nunca del hologramático efecto de lo uno y de lo múltiple, de lo que es similar pero es también diferente, de lo que se reúne y se resguarda, del espacio recreable en la dimensión de una caja de zapatos.
La sensación de la feria de pulgas, la idea del recorte que subraya cada detalle, trajo a mi cabeza el tema de la colección, un quehacer que coquetea con viajes hacia el pasado y con espacios utópicos.




Tiempo y colección
Colección es reunión, con una especial preocupación por el tiempo. Hay un impulso protector.
La colección tiene una doble intención de resguardo: de lo común; de lo particular.
Colección es predilección.




El lugar de los matices

Mucho de lo similar nos gusta en toda su particularidad. La idea del matiz cobra una fuerza que revierte sobre la generalidad, sobre lo común y lo repetitivo, para resguardarlo en toda su diversidad. Cantidad en cualidad.

El anfitrión


Hay con todo, detrás, o debajo, o por encima de toda colección, una voluntad de reunir. La mirada que unifica y celebra la juntada en toda su variedad de acontecimiento conceptual.
Apropiación sistemática. Se trata de un trabajo con el espacio y con el tiempo. Preparar un espacio para la contemplación de un todo diverso. Un cofre, una puerta de heladera, un cajón, una pared. Recortar acontecimientos y disponerlos para que sean puntos de acceso. Generar el micro espacio de muestra íntima.
Una imagen que refuerza la idea de colección es la que conlleva su variante vegetal, la antología. Lo que se ha asimilado primitivamente a una guirnalda o a un ramo de flores, donde cada individuo es un suceso digno de ser contemplado como una particularidad del todo, es lo que también expone la existencia de una voluntad de reunión, intento de recorte conceptual, de elaboración y de conservación de lo que se ha reunido.

Como el arte, utopía estética

Y hay más. La acción de coleccionar trae implícita una declaración de principios respecto de lo que sea el concepto de género, el cual estalla en tantas definiciones como posibles colecciones hay.
Sí, la elaboración minuciosa de la colección opera desde una subrepticia teoría de la clasificación. Elementos que pensamos como pertenecientes a una serie (individuos de géneros): latas, catálogos, dinosaurios, tapitas, envases, monedas, discos, instrumentos, son de algún modo ubicados en diagramas de acuerdo a criterios de selección y de clasificación que pueden ser de lo más insólitos. Operaciones que tantas posibilidades creativas y perplejidades encuentran también en las formas textuales catálogo y lista. Especies literarias que pueden llevar al límite nuestra capacidad de crear espacios de reunión imaginarios. Y hago aquí una reverencia al Foucault de Las Palabras y las cosas, con quien comparto la risa pero también la inquietud ante lo insólito de ciertas clasificaciones.

Igual que ese niño de mi infancia, que ponía a resguardo del tiempo su repertorio de chicles masticados, la acción de coleccionar opera desde una sistematicidad y un impulso recreador que permite lo no-categorizable una y otra vez.

Es esta potencialidad de realizar espacios extraordinarios y ordenamientos asombrosos la que me une en fervor a quienes intentan colecciones. Es su utopía estética (¿o heterotopía tal vez?). De nuevo Foucault.

Veo al coleccionista como el artista de un orden potencialmente exótico. Soberano de un espacio extra-ordinario construido por él mismo. Un lugar donde la noción de género es definida en un acto subordinado al placer. Acción que convierte a la clasificación misma, es decir, a la categoría construida, en un individuo más en el mundo de los matices. Una flor más de un ramillete inclasificado.